UNA OPORTUNIDAD PARA LOS POBRES

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El 17 de octubre es el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. En una fecha como ésta, es importante que consideremos el papel de los cristianos frente a este flagelo que afecta al mundo entero.

Veamos algunos datos de la pobreza en el mundo: Más de 1000 millones de personas viven en la pobreza extrema, de las cuales 70% son mujeres; más de 1800 millones de personas no tienen acceso al agua potable; 1000 millones carecen de vivienda; 840 millones están mal nutridos; 2000 millones padecen de anemia por falta de hierro en sus alimentos; 880 millones no tienen acceso a servicios básicos de salud; 2000 millones carecen de medicamentos esenciales (Wikipedia, La Enciclopedia Libre, artículo “Pobreza”). Estos datos revelan un mundo urgido de ayuda. ¿Qué estamos haciendo los cristianos al respecto?

La Palabra de Dios nos enseña que Cristo anunció el evangelio a los pobres: “Y respondiendo les dijo: --Id y haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son hechos limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncia el evangelio” (Lucas 7:22). Jesús dirigió su mensaje a todos, pero los pobres respondían a sus enseñanzas con menos obstáculos u objeciones, puesto que no tenían nada que perder y mucho que ganar. Los pobres fueron elegidos por Dios: “Amados hermanos míos, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?” (Santiago 2:5).

Sin embargo, en la actualidad, muchos líderes religiosos presentan a un Cristo que buscó que todos sus seguidores fueran ricos y prósperos en esta vida presente, que Él desea ver a su gente como príncipes, vistiendo ropas finas y viviendo en el lujo y la opulencia. Sin embargo Jesús dijo: “De cierto os digo, que difícilmente entrará el rico en el reino de los cielos” (Mateo 19:23). No es que sea imposible que los ricos reciban las riquezas de la gracia, sino que es difícil. Esto nos permite comprender de mejor manera que “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Lucas 16:13).

Para ingresar a ese Reino, debemos estar dispuestos a poner los intereses de Cristo antes que los personales. Notemos que hay una gran diferencia entre los pobres ricos y los ricos pobres, porque hay quienes aun sin los recursos económicos han sembrados sus esperanzas en el autor y consumador de la fe, mientras que otros son ricos en bienes materiales pero no tienen a Dios. Después de todo “¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero y perder su alma?” (Marcos 8:36) y “Mejor es el pobre que camina en su integridad que el de caminos torcidos, aunque sea rico” (Proverbios 28:6).

Jesús nos dio un gran ejemplo: “Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, por amor de vosotros se hizo pobre, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2ª a los Corintios 8:9). Los creyentes en Jesucristo, fieles a su llamado, poseen la mayor riqueza que el hombre jamás podrá superar.

Conociendo nuestra riqueza, ¿qué estamos haciendo a favor de los pobres de este mundo? En Romanos 15:26 podemos leer: “Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres de entre los santos que están en Jerusalén.” Esto nos muestra que los cristianos debemos tener el compromiso de aportar para ayudar a los pobres.

Pero el llamado no es para que nos acordemos solamente de nuestros hermanos de la Iglesia, porque la Palabra de Dios nos enseña que la misericordia no tiene límites: “Peca el que desprecia a su prójimo, pero el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado” (Proverbios 14:21).

Pero socorrer al prójimo no debe ser visto como una oportunidad para mostrar cuán cristianos somos o con el propósito de que Dios nos bendiga más, sino que todo debe ser hecho con amor. Pablo escribió: “Si reparto todos mis bienes, y si entrego mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve” (1ª a los Corintios 13:3).

Querido amigo y hermano, es importante que como cristianos tomemos conciencia que los pobres necesitan de nosotros. En nuestras congregaciones y comunidades, debemos hacer programas para ayudar a los necesitados. Debemos acordarnos del prójimo y ayudar sin discriminación alguna.

No dudemos de participar en programas tanto de nuestras congregaciones como de otras instituciones que sin fines de lucro colecten fondos para ayudar a los menos favorecidos, porque el amor al prójimo no tiene fronteras de ningún tipo.

Pero no nos olvidemos de continuar siendo fieles al Señor y de buscar el Reino de Dios y su justicia, tal como lo dijo Jesús: “Más bien, buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).

No dudemos practicar la justicia, sino que recordemos lo que dijo David “Yo he sido joven y he envejecido; pero no he visto a un justo desamparado, ni a sus descendientes mendigando pan” (Salmo 37:25).

Por supuesto, no debemos considerar el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza como el único para acordarnos de los pobres, sino que todos los días debemos reflexionar acerca de nuestro papel de amor al prójimo.

No importa de cuánto carezcas, siempre recuerda que hay otros que no tienen nada.

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