EL ESPÍRITU DEL HOMBRE

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¿Qué es el espíritu del hombre? Definirlo ha inquietado a muchos a través de la historia de los pensamientos filosóficos y religiosos. Desde la antigüedad, el espíritu del hombre ha sido explicado como un ente inmaterial, inteligente e inmortal. Los cristianos generalmente consideran que el alma o el espíritu (no han logrado aclarar qué los diferencia) sale del cuerpo e inmediatamente es trasladado al purgatorio (credo católico), al infierno o al cielo.

¿Qué hizo que el hombre fuera un alma viviente?: “Formó, pues, El SEÑOR Dios al hombre [del] polvo de la tierra, y sopló en su nariz [el] aliento de vida; y fue el hombre un alma viviente” (Génesis 2:7 RV2000). El hombre vivió hasta que recibió el aliento de vida que Dios sopló en su nariz. La palabra “aliento” que leemos en las versiones populares de las Escrituras, en el hebreo está escrito “neshamah”, que regularmente se vierte como aliento o respiración.

La primera vez que el espíritu es mencionado con relación a los animales y a las personas se encuentra en Génesis 6:17 (RV 1960): “Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá.” Pero en la versión Reina Valera Actualizada aparece así: “Porque he aquí, yo voy a traer un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en la cual hay aliento de vida debajo del cielo. Todo lo que hay en la tierra morirá.” Note que en la primera versión dice “espíritu de vida”, mientras que en la otra dice “aliento de vida”. Ya sea espíritu o aliento, en hebreo está escrito “ruaj”, que también es viento o respiración. Esto nos permite relacionar “neshamah” con “ruaj”, porque ambas se refieren a aliento, viento o respiración. La palabra griega para referirse al “ruaj” hebreo es “pneuma”.

Ese ruaj es el que vuelve a Dios cuando la persona muere, tal como está escrito en Eclesiastés 12:7: “Es que el polvo vuelve a la tierra, como era; y el espíritu vuelve a Dios, quien lo dio.” Esto significa que a Dios vuelve el neshamah, el ruaj de Dios, la vida misma, que al ser quitada del hombre, se produce la muerte porque el ser humano deja de respirar.

La palabra espíritu, aplicada al hombre o a los animales, es aliento de vida, el viento que respiramos, el cual es común al ser humano y a las bestias: “Porque lo que ocurre con los hijos del hombre y lo que ocurre con los animales es lo mismo: Como es la muerte de éstos, así es la muerte de aquéllos. Todos tienen un mismo aliento; el hombre no tiene ventaja sobre los animales, porque todo es vanidad. Todo va al mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. ¿Quién sabe si el espíritu del hombre sube arriba, y si el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?” (Eclesiastés 3:19-21). En estos pasajes, la palabra aliento, que todos tenemos, en hebreo también está escrito “ruaj”. Lo mismo ocurre cuando habla del espíritu del hombre y el espíritu del animal.

Pero no debemos confundir el espíritu del hombre con los asuntos espirituales. Lo espiritual está íntimamente ligado con el Espíritu Santo: “Pero el hombre natural no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede comprender, porque se han de discernir espiritualmente” (1ª a los Corintios 2:14).

También el espíritu del hombre está ligado con el entendimiento: “Pues ¿quién de los hombres conoce las cosas profundas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?...” (1ª a los Corintios 2:11). Este verso ha sido utilizado para aseverar que el hombre tiene un espíritu dentro de él, pero acá Pablo está hablando de “conocer las cosas profundas”, del entendimiento, no de un ente inmaterial inmortal. Esto nos permite comprender mejor lo que Pablo escribió a los romanos: “No os conforméis a este mundo; más bien, transformaos por la renovación de vuestro entendimiento, de modo que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (Romanos 12:2). La renovación del entendimiento permite al ser humano vivir conforme a lo espiritual.

Querido lector, Dios nos dio aliento de vida. ¿Qué haremos con la vida que Él nos regaló? ¿Cuánto tiempo habremos de vivir? No sabemos cuánto tiempo viviremos, pero sí podemos saber qué hacer con la vida. Podemos malgastarla en lo temporal o vivir con dignidad apegados a la voluntad de Dios para trascender más allá de la muerte. Si permanecemos en Cristo, habrá una esperanza de vida para que Él nos resucite de los muertos en su retorno: “Jesús le dijo: --Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Juan 11:25). Esa vida no estará sujeta a nuestra condición actual, sino que viviremos para siempre: “Porque la paga del pecado es muerte; pero el don de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23).

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