EL TIEMPO EN LA CREACIÓN

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Porque en seis días Jehovah hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos…” (Éxodo 20:11).

Algunos han tratado de desvirtuar la idea de la formación del universo en seis días, por lo que surgieron corrientes que consideran que cada día se refiere a épocas y otros hablan de miles de años.

El geólogo escocés, Hugh Millar, fue la primera persona en popularizar la teoría del “Día-Era”.

Ante tales posturas, las Escrituras revelan que el modelo semanal proviene de la Creación misma, porque en seis días hizo Dios los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que hay en ellos, lo que implica que cada día de la Creación corresponde a un ciclo normal de rotación de la tierra sobre su mismo eje.

El tiempo mencionado en el Génesis, es exacto y real. Lo que para el tiempo relativo a la Creación representaban 6 días normales cada uno, de acuerdo a nuestras estimaciones de tiempo pueden representar miles de años. Adán y Eva fueron formados, comieron del fruto prohibido y fueron expulsados de Edén, en unas horas previas a la finalización del sexto día de la Creación. En el primer séptimo día, el Creador reposó, lo que se puede entender también como que el universo se materializó en lo que nosotros actualmente conocemos como universo, con su respectivo ritmo de expansión. La mejor evidencia de que los días de la Creación son literales la encontramos en la insistencia de dejar claro que eran días de tarde y mañana, es decir noche y día (Génesis 1:5, 8, 13, 19, 23 y 31).

Entonces, ¿por qué los científicos afirman que la tierra fue formada hace miles de millones de años? Para responder a esta pregunta vamos a revisar la “Teoría de la Relatividad” del físico Albert Einstein. El tiempo es algo que resulta afectado por las circunstancias del observador. La gravedad afecta el transcurrir del tiempo. Las diferencias debidas a la gravedad han sido constatadas científicamente. También está demostrado que la velocidad afecta al tiempo. Es decir, cuanto más rápido se mueve un objeto, el tiempo se hace más lento. En resumen, el tiempo no es un parámetro de referencia inamovible. Por lo tanto, si para la ciencia el proceso de evolución para que se materializara lo que hoy conocemos duró determinada cantidad de miles de millones de años, ese tiempo es únicamente para la ciencia y al considerar que el tiempo es relativo, los que afirman tal cosa tienen razón desde su perspectiva, de acuerdo al tiempo que nosotros vivimos. Nuestro tiempo sólo puede ser medido en la tierra, hasta donde la gravedad afecta; pero más allá, en el universo, el tiempo no puede ser medido bajo los mismos parámetros, por lo que hablar de que el universo tiene miles de millones de años es solamente imaginación del ser humano, desde la perspectiva del tiempo terrenal.

Pero, que Dios hizo los cielos y la tierra y lo que en ellos hay en 6 días, según lo enseñan las Sagradas Escrituras, es verdad, pues es tiempo de la Creación, considerando que las condiciones del universo en el principio no eran como las actuales.

Cuando la Palabra de Dios nos habla de “seis días”, se refiere al período cuando el tiempo fue creado junto al universo. Por lo tanto, el lapso que para la Biblia es llamado “un día”, desde nuestra perspectiva relativa actual podría ser un período de miles de millones de años.

El rabino Iosef Bittón, en una conferencia enseñó: “Pensemos ahora, por ejemplo, en la edad de una cadena montañosa. Imaginemos que Dios dijo: “Que sea la cadena montañosa”. Y en un minuto se crea la cadena montañosa. Un científico que se presente en ese momento nos va a decir: Bueno, esta cadena montañosa tiene, digamos, un millón de años. Ya que es el tiempo que le llevaría a los movimientos sísmicos y geológicos hacer surgir una cadena de montañas. Nuevamente, por un lado tiene un millón de años, pero fue creada ayer. Alguien puede decir: la luz de esa estrella tardaría cinco millones de años en llegar a la tierra. Es verdad. Entonces ¿cuántos años tiene esa estrella? ¡Por lo menos cinco millones de años! Pero si suponemos que Dios la creó “ayer” con la luz ya sobre la tierra, estaríamos midiendo simplemente cuánto tiempo le hubiera llevado a la luz llegar si no hubiera sido creada así por Dios. Un último ejemplo. Si suponemos la creación, volvemos a los primeros días, cortamos un árbol y encontramos que tiene 50 anillos, como científicos vamos a afirmar que tiene 50 años, aunque en realidad puede ser que tenga solo un día… Dios dijo:”Que sea la luz y fue la luz”. El Todopoderoso pudo haber creado todo el inmenso Universo que existe en un breve instante. Si la ciencia calcula que para que eso sucediera, para que surja este Universo “si no hubiera mediado la creación” habrían tenido que pasar quince mil millones de años, es un tema de la ciencia y es una conclusión correcta desde el punto de vista de la ciencia, dadas sus reglas del juego. Pero esa medición de tiempo científica es teológicamente irrelevante y no representa ninguna contradicción al relato bíblico de “la creación”.[1]

Maimónide, un filósofo judío medieval enseñó “…en cada uno de los seis días de la creación se desarrollaron sucesos fuera del orden natural hoy existente en el conjunto el Cosmos, pero en el séptimo día se consolidó y estableció tal como ahora aparece.[2]

En resumen, el término “día” se refiere a la duración de un tiempo literal. Esos primeros seis días no eran más largos que los seis días de nuestra semana laboral, pero contenían todos los años y secretos del universo. La Biblia enseña que la Creación ocurrió en 6 días y la ciencia que fue en aproximadamente 15 billones de años. Génesis y la ciencia tienen la misma cuenta, pero visto desde diferentes perspectivas.

¿En cuál de las dos perspectivas cree usted, querido lector? Los hombres de ciencia creen en teorías, los hombres de fe creemos en lo que dice la Biblia. Saque usted sus conclusiones.

[1] Conferencia “Génesis y el Big Bang” dictada por el Rabino Iosef Bittón, Segundas Jornadas Latinoamericanas de Ciencia y Judaísmo, 4 de agosto de 1999, tomado del link: http://www.masuah.org/genesis%20y%20el%20big%20bang.htm

[2] Maimónides, Guía de los Descarriados, Libro I, Capítulo 67, citado en el link: http://serjudio.com/rap1851_1900/rap1898.htm

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