GIGANTES EN LA CIUDAD

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INTRODUCCIÓN

Hay un refrán que dice “en guerra avisada no mueren soldados”, porque quien sabe que va a recibir un ataque, se tomará el tiempo para definir las estrategias de defensa.

Los cristianos peleamos batallas cada día y sabemos que será un día más para luchar, pero muchos al anochecer van a la cama con el peso de la derrota.

En la Palabra de Dios encontramos a grandes personajes que desde su juventud fueron victoriosos, pero también encontramos a imprudentes que vendieron su futuro desde su edad temprana.

Pero además, hay batallas que se pierden sin haber peleado, bastando solamente la amenaza de nuestro oponente.

Los jóvenes nos enfrentamos a serios debates campales con grandes oponentes que atentan contra nuestra estabilidad espiritual: El Postmodernismo y su filosofía de vida, y toda la problemática social que encierra adicciones, inmoralidad sexual, narcotráfico, violencia, crisis económica, delincuencia, suicidios, depresión, baja autoestima, pobreza, divorcio de los padres, desintegración familiar, fracaso escolar, la pereza, la falta de compromiso, etc.

Esta problemática es vista como gigantes a los que la juventud teme, creyendo que jamás podrán vencer, por lo que consideran que no tiene caso enfrentarlo, pues la derrota está asegurada.

Por esta razón, la juventud opta por asumir una postura relajada, sustentada en sus miedos supuestamente justificados, lo que trae como consecuencia la falta de compromiso para cumplir con la misión de la Iglesia y el consiguiente fracaso de muchos jóvenes. ¿En qué posición estás tú?

Con este estudio buscaremos identificar la problemática social que atenta contra la juventud y con la ayuda del Señor buscaremos alternativas para enfrentarla.

CONTENIDO

Veamos el ejemplo bíblico de un triunfador.

1º de Samuel 17: 1-3. “1 Los filisteos reunieron sus tropas para la guerra y se congregaron en Soco, que pertenecía a Judá. Después acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim. 2 También Saúl y los hombres de Israel se reunieron y acamparon en el valle de Ela y dispusieron la batalla contra los filisteos. 3 Los filisteos estaban a un lado sobre una colina, y los israelitas al otro lado sobre otra colina; y el valle estaba entre ellos.”

Los Filisteos entraron en guerra contra el pueblo de Israel. ¿Quiénes era los Filisteos?

Los Filisteos eran un pueblo guerrero de Canaán que habitaba una franja que se extendía sobre la costa mediterránea desde Hebrón hasta el sur de Gaza. Son descritos en la Biblia como un pueblo despreciable. Fueron los principales enemigos de Israel y lucharon contra el pueblo de Dios desde antes del tiempo de Sansón, hasta la época de los reyes de Israel.

1º de Samuel 17: 4-7. “4 Entonces, de las tropas de los filisteos salió un paladín que se llamaba Goliat, de Gat. Este tenía de estatura seis codos y un palmo. 5 Llevaba un casco de bronce en la cabeza y estaba vestido con una cota de malla de bronce que pesaba 5.000 siclos. 6 Sobre sus piernas tenía grebas de bronce y entre sus hombros llevaba una jabalina de bronce. 7 El asta de su lanza parecía un rodillo de telar, y su punta de hierro pesaba 600 siclos. Y su escudero iba delante de él.”

De entre los Filisteos sale un hombre llamado Goliat, con características muy peculiares:

Ø Aproximadamente 2.8 Metros de estatura.

Ø Un casco de bronce cubría su cabeza.

Ø Se cubría con una cota de malla de bronce de aproximadamente 156 libras (70 kilos).

Ø Grebas de bronce cubrían sus piernas.

Ø Escudo de bronce entre sus hombros.

Ø La punta de su lanza pesaba aproximadamente 37.5 libras (17 kilos).

Ø Un escudero al frente.

Era realmente un hombre inmenso. En aquel tiempo prevalecía el combate cuerpo a cuerpo, siendo victoriosos los muy habilidosos o los más fuertes. Goliat Parecía un hombre invencible.

¿Qué salió a hacer este hombre?

1º de Samuel 17: 8-10. “8 Entonces se detuvo y gritó al ejército de Israel, diciendo: --¿Para qué salís a disponer la batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? ­Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí! 9 Si él puede luchar conmigo y me vence, nosotros seremos vuestros esclavos. Pero si yo puedo más que él y lo venzo, vosotros seréis nuestros esclavos y nos serviréis. 10 --Y el filisteo añadió--: ­Yo desafío hoy al ejército de Israel! ­Dadme un hombre para que luche contra mí!”

Goliat desafió al pueblo de Israel para que un hombre peleara contra él. La estrategia de los Filisteos fue enviar su mejor arma. La propuesta parecía razonable, era la muerte de un solo hombre pero la esclavitud de todo un pueblo.

¿Quién de los soldados de Israel aceptó el reto?

1º de Samuel 17:11. “Cuando Saúl y todo Israel oyeron estas palabras del filisteo, se amedrentaron y tuvieron mucho temor.”

El Rey Saúl, era un hombre muy alto (del hombre para arriba de cualquier hombre), pero se acobardó. Todos soldados de Israel también se acobardaron.

Así como Goliat era inmenso, los males de la época también parecen gigantescos y difíciles de enfrentar.

Muchas veces tenemos problemas muy grandes y no sabemos cómo enfrentarlos.

¿Cómo enfrentar a la depresión? ¿Cómo enfrentar al desenfreno sexual? ¿Cómo enfrentar al rechazo social? ¿Cómo sobrevivir ante un divorcio?

La estrategia es la misma. El reto es para que cada uno luche en soledad. El mundo te pide que te enfrentes sin la ayuda de tus padres, que no asistas a ninguna iglesia para que no tengas hermanos en la fe para apoyarte, que no recibas ayuda pastoral, porque debes pelear solo.

Cuando el joven se da cuenta que está solo, entonces le da miedo y se da por derrotado sin haber luchado.

El caso de Goliat e Israel es una guerra que se pierde no luchando, sino atemorizado y sin luchar.

En el Ejército de Israel había 3 soldados, hijos de un hombre llamado Isaí. Este hombre tenía otro hijo llamado David, que era el menor de entre 8 hijos. David era pastor de ovejas, no un soldado. Su padre le pidió que fuera hasta el lugar donde estaba el ejército de Israel para ver si sus hermanos estaban bien.

David hizo como su padre le mandó. Viajó hasta el lugar donde estaban los ejércitos y saludó a sus hermanos. Veamos qué paso mientras él hablaba con ellos.

1º de Samuel 17:23-24. “23 Entonces, mientras hablaba con ellos, he aquí aquel paladín que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió del ejército de los filisteos y repitió las mismas palabras, las cuales oyó David. 24 Todos los hombres de Israel, al ver a aquel hombre, huían de su presencia y tenían mucho miedo.”

Había paso ya 40 días desde que Goliat hizo el reto al pueblo de Dios, pero ellos continuaban acobardados.

¿Y tú? ¿Cuántos días, cuantos meses o cuantos años esperarás para enfrentar a los gigantes que te atemorizan?

Mientras estás escondido y atemorizado, sólo te espera una cosa: La esclavitud. Esclavo de tus temores, esclavo del sistema corrupto de vida de este tiempo.

¿Qué hizo David?

1º de Samuel 17:26, 31, 32. “26 David habló a los que estaban junto a él y preguntó: --¿Qué harán por el hombre que venza a ese filisteo y quite la afrenta de Israel? Porque, ¿quién es ese filisteo incircunciso para que desafíe a los escuadrones del Dios viviente? 31 Las palabras que David había dicho fueron oídas y le fueron referidas a Saúl, quien le hizo venir. 32 Y David dijo a Saúl: --No desmaye el corazón de nadie a causa de él. Tu siervo irá y luchará contra ese filisteo.”

David no era un soldado, pero no soportó escuchar las palabras de Goliat. ¿Cuál era la fortaleza de David? Él reconoció que Dios estaba con su pueblo.

¿Quiénes somos nosotros? Somos el pueblo de Dios. ¿Acaso no nos basta que Dios esté con nosotros? ¿Qué son esos gigantes modernos comparados con la majestuosidad y el señorío de nuestro Dios?

Ningún soldado aceptó ir primero, pero David sí. Muchas veces los jóvenes esperan que los adultos, obreros o ministros sean los que vayan primero.

Tú no debes esperar que otros vayan para ir tú también, ni debes esperar que otros te ayuden para luchar por ti mismo. ¿Quieres la ayuda de otros? Empieza ayudándote tú mismo.

¿Qué respondió el rey Saúl a David?

1º de Samuel 17:33-37. “33 Saúl dijo a David: --Tú no podrás ir contra ese filisteo para luchar contra él; porque tú eres un muchacho, y él es un hombre de guerra desde su juventud. 34 David respondió a Saúl: --Tu siervo ha sido pastor de las ovejas de su padre. Y cuando venía un león o un oso y tomaba alguna oveja del rebaño, 35 yo salía tras él, lo hería y la rescataba de su boca. Si se levantaba contra mí, yo lo agarraba por la melena, lo hería y lo mataba. 36 Fuese león o fuese oso, tu siervo lo mataba. Ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha desafiado a los escuadrones del Dios viviente. 37 --Y David añadió--: ­Jehovah, quien me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él me librará de la mano de ese filisteo! Y Saúl dijo a David: --­Vé, y que Jehovah sea contigo!”

Las palabras de Saúl pudieron haber desanimado a David. Nunca va a faltar alguien que te diga “tú no puedes”, “eres muy joven”, “eres inexperto”; pero tú debes ser como David, debes confiar que Dios estará contigo y te llenará de fortaleza para que puedas vencer.

¿Cuáles eran las armas de David?

1º de Samuel 17:40. “Entonces tomó su cayado en su mano y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en la bolsa pastoril, en el zurrón que llevaba. Y con su honda en su mano, se fue hacia el filisteo.”

Saúl quiso David se vistiera con su armadura, pero resultaron ser muy pesadas él, por lo que llevó solamente un cayado, cinco piedras lisas, una bolsa pastoril, un zurrón y una honda. Es que la protección de David no estaba en la armadura sino en el Dios de los escuadrones de Israel. El secreto no era que tan lisas eran las piedras o que tan buena puntería tenía David, el secreto estaba en el poder de Dios.

Querido joven, ten confianza en Dios, porque como dijo Pablo en Filipenses 4:13: “­Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Todos ya sabemos la historia, David derrotó al gigante y llegó a ser rey de Israel. Lo más valioso que recibió David, es que Jesús nuestro Salvador fue descendiente de él.

Todo el mundo quiere recibir las promesas de Dios y reinar con Jesús, pero no todos quieren enfrentarse a sus propios gigantes.

CONCLUSIÓN

David venció al gigante. ¿Y tú, ya los venciste? ¿A qué le temes? ¿Cuáles son tus miedos?

¿Temes que tus amigos se burlen de ti por ser cristiano? ¿Temes que te despidan de tu trabajo por pedir que te permitan reposar el sábado?

¿Estás todavía temeroso de los gigantes de la ciudad? ¿Cuáles son los gigantes que te impiden llegar a Cristo? ¿Cuáles son los gigantes que te impiden servir a Dios?

¿Los modernos estilos de vida? ¿Temes que vean que eres diferente?

¿Las adicciones? Cualquier adicción (alcohol, cigarrillo, drogas, internet, televisión, etc.)

¿La pornografía? ¿Te sientes atraído hacia ella?

¿La violencia? ¿Temes salir a la calle por miedo a que te asalten o te ultrajen?

¿La crisis económica? ¿Quisieras tener más de lo que tienes?

¿La depresión o el estrés? ¿Tienes tantas cosas por hacer que ya no tienes tiempo ni para ti, mucho menos para Dios?

¿Tienes baja autoestima? ¿Crees que no vales nada?

¿La pereza? ¿Eres de los que piden espacios pero que no mueven un dedo para abrírselos?

¿La falta de compromiso? ¿Eres de los que no les interesa qué ocurra con los demás o de los que quieren las promesas pero no el esfuerzo?

Yo te invito para que en este momento pienses en todo aquello que quieres cambiar o mejorar pero no lo has podido hacer.

Yo te invito a que venzas tus temores.

Yo te invito a que no aísles y que asista a la Iglesia para tener comunión con tus hermanos en la fe.

Yo te invito a que no pelees solo, para eso estamos tus hermanos, para apoyarte.

Por cualquier cosa que tú veas como el gigante a vencer, quiero presentarte al gigante que te ayudará: ¡JESÚS!

Él es mi gigante. Él quien me ayuda a vencer. Él es quien venció la muerte con poder.

¿Conoces a algún gigante de esta ciudad que sea más fuerte que Él?

Cuando te enfrentes a los gigantes de la época, diles que no vas con tus propias fuerzas, sino en el nombre de Jesucristo.

Que la paz del Señor Jesucristo inunde tu vida.

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