EL PRINCIPAL DE LA CREACIÓN

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¿Es el Hijo de Dios un ser creado o un ser engendrado? Como ser engendrado encontramos: “Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy; y otra vez: Yo seré para él, Padre; y él será para mí, Hijo?” (Hebreos 1:5). Pero como un ser creado podemos leer: “Y escribe al ángel de la iglesia en LAODICEA: He aquí dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios” (Apocalipsis 3:14 RV1909) “El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura” (Colosenses 1:15 RV1909).

¿Es esto una contradicción bíblica? ¿Qué es el Hijo? ¿Un Dios, un ángel, un ser de naturaleza desconocida al que solamente llamamos “Hijo de Dios”?

En cuanto a lo escrito en Apocalipsis 3:14, es importante analizar que el Hijo no es el principio de la creación desde el punto de vista de “inicio”, sino que su Padre lo constituyó como el soberano de la creación, tal como está escrito en ese mismo texto en la Nueva Versión Internacional: “Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el soberano de la creación de Dios”. También la versión Reina Valera Actualizada dice: “El Amén, el testigo fiel y verdadero, el origen de la creación de Dios”. Note que en una dice principio, en otra dice soberano y en la otra dice origen. ¿De dónde derivan estas diferencias de términos? Todas estas palabras son vertidas de la palabra griega “arque”, la cual puede tener una variedad de significados dependiendo del contexto; puede significar “primero en el tiempo, orden, lugar”, pero en otro contexto puede significar “primera causa” en el sentido de fuente y origen. Es también traducida como “soberano, autoridad, principado”. Ante esto, es inconsistente tomar Apocalipsis 3:14 para querer decir que Jesús es la primera cosa que Dios creó, ya que realmente nos está mostrando que la creación tiene su principio en Él, porque Él es su soberano.

La Palabra de Dios revela que el Hijo era al principio y lo identifica como el “Verbo” o la “Palabra” (“logos” en griego): “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. El era en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin él no fue hecho nada de lo que ha sido hecho” (Juan 1:1-3). El Verbo no sólo fue parte del proceso creador del universo, sino que además, Él mismo se humanizó para reconciliar al hombre con Dios: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y contemplamos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). ¿Por qué en este pasaje encontramos al Hijo como “unigénito”? ¿No somos hijos de Dios nosotros también? Resulta que el Hijo de Dios es el único que comparte su naturaleza: (“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo: El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:2-3 RV1909).

A través de interpretaciones variadas, algunos asumen que “crear” y “engendrar” son sinónimos, pero a la luz de las Escrituras, vemos que son diferentes. Crear es hacer, mientras que engendrar es venir a ser el padre de alguien. Cuando se crea, se hace algo diferente del creador, mientras que cuando el hombre engendra, está dando lugar a que viva alguien de la misma clase de quien engendró. Un hombre crea un robot, pero engendra un descendiente humano, por lo que aquello que el hombre crea no es humano, pero sí lo es lo que engendra. En tal sentido, Cristo es de la misma clase de Dios, Él es el unigénito Hijo de Dios. Ni ángeles ni ningún otro ser somos como Él. Bajo esta perspectiva, Dios creó a los humanos pero engendró a su Hijo. A diferencia de los humanos, el Hijo fue engendrado o generado sobrenaturalmente desde dentro de Dios mismo. La Biblia no explica cómo sucedió esto.

Por lo tanto, el Hijo de Dios, también es Dios: “mientras que del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos; cetro de rectitud es el cetro de tu reino. Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad; por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con aceite de alegría, más que a tus compañeros” (Hebreos 1:8-9). En este caso, el Hijo es llamado “Dios”, quien fue ungido por su “Dios”.

Ningún otro ser es superior a Él: “Hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos. Porque ¿á cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi hijo eres tú, Hoy yo te he engendrado? Y otra vez: Yo seré á él Padre, Y él me será á mí hijo? Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en la tierra, dice: Y adórenle todos los ángeles de Dios” (Hebreos 1:4-6).

Por medio de Él, Dios hizo todas las cosas: “El nos ha librado de la autoridad de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su Hijo amado, en quien tenemos redención, el perdón de los pecados. El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación; porque en él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, dominios, principados o autoridades. Todo fue creado por medio de él y para él. El antecede a todas las cosas, y en él todas las cosas subsisten” (Colosenses 1:13-17).

Al respecto de Colosenses 1:15, debemos considerar que contrario a “unigénito” como es llamado por Juan, aquí se refiere como “primogénito”, pero esto no significa que se esté refiriendo a Él como el “primero”, toda vez que al analizar el contexto, claramente se ve que es la “imagen del Dios invisible” y que todo fue creado por medio de Él y para Él, siendo antecesor de todas las cosas. Así que de ninguna manera se está refiriendo al Hijo como un ser creado. De todas formas, ¿cómo puede el Hijo ser el Creador de todas las cosas, si Él mismo es parte de la creación? ¿Significa esto que Él se creó a sí mismo? Adicionalmente, En el versículo 15, por “primogénito”, Pablo usa la palabra griega “prototokos”, que quiere decir “primer engendrado”, en lugar de “protoktistos”, que significa “primero en ser creado”.

Otros pasajes similares pueden interpretarse a la luz de su contexto en forma correcta y no aisladamente como suele hacerse para rebajar al Hijo a nivel de criatura.

Pero las Escrituras confirman su divinidad:

1. Mirad que nadie os lleve cautivos por medio de filosofías y vanas sutilezas, conforme a la tradición de hombres, conforme a los principios elementales del mundo, y no conforme a Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:8-9). ¿Cómo es posible que en Él habite “corporalmente” toda la plenitud de la Deidad, si Él no es Dios?

2. Tomás lo identificó como su Dios: “Entonces Tomás respondió y le dijo: —¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28). Jesús nunca recriminó a Tomás por llamarlo “Dios”.

3. Juan afirma: “No obstante, sabemos que el Hijo de Dios está presente y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna” (1ª de Juan 5:20). ¿Está Juan hablando del Padre o del Hijo cuando dice “Este es el verdadero Dios y la vida eterna”? Claramente se evidencia por el contexto que está hablando del Hijo.

4. Por si quedaran dudas, Pablo en forma contundente y sin lugar a cuestionamientos afirma: “De ellos son los patriarcas; y de ellos según la carne proviene el Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén” (Romanos 9:5).

A esto agreguemos Hebreos 1:8 que ya vimos antes.

Estaba profetizado que el Mesías sería llamado “Dios fuerte”: “Porque un niño nos es nacido, un hijo nos es dado, y el dominio estará sobre su hombro. Se llamará su nombre: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6). Por esta razón, Jesús es nuestro Dios Salvador, a quien adoramos y glorificamos.

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