APRENDIENDO LO ESPIRITUAL
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“Aconteció que después de tres días, le encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían se asombraban de su entendimiento y de sus respuestas” (Lucas 2:46-47).
Pasaron tres días de angustia para José y María, quienes anduvieron buscando a Jesús, hasta que lo encontraron en el templo, en medio de los maestros, a quienes escuchaba y hacía preguntas. Pero además de lo que preguntaba, también daba respuestas, por lo que los presentes se asombraron por su entendimiento.
Es bien sabido que un adolescente de 12 años, difícilmente comprende todo lo que ocurre en su entorno, mucho menos acerca de las cosas que son del Espíritu. Jesús ya daba muestras de que su Padre estaba con Él.
Jesús acudió al templo desde su temprana edad y compartió con aquellos que en su tiempo debían enseñar al pueblo a caminar con Dios. En la actualidad, nosotros no tenemos un templo material similar al templo de Jerusalén al cual acudir en busca de la enseñanza divina, pero podemos considerar que Jesús se interesó por aprender los asuntos espirituales de los maestros de su época. Hoy día, nosotros debemos preocuparnos por acudir constantemente con toda la familia a las reuniones espirituales en las cuales se estudia la Palabra de Dios.
De la misma forma como nos preocupamos para que nuestros hijos estudien en las escuelas con la finalidad de que el conocimiento les brinde un mejor futuro, debemos poner empeño para que ellos reciban la enseñanza que les permitirá no sólo ser mejores ciudadanos de este mundo, sino que serán preparados para ser ciudadanos del Reino de Dios.
Algunos no asisten a las reuniones de sus congregaciones porque consideran que no es necesario, pero Pablo enseñó al respecto: “Considerémonos los unos a los otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre; más bien, exhortémonos, y con mayor razón cuando veis que el día se acerca” (Hebreos 10:24-25).
Aprovechemos las oportunidades de compartir con nuestros hermanos de la fe y de aprender lo espiritual.