LOS PASTORES DE BELÉN

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En el tiempo del nacimiento del Mesías, había pastores en los alrededores de Belén, quienes velaban y guardaba las vigilias de la noche sobre su rebaño (Lucas 2:8). Los pastores en esa región de Palestina pastoreaban sus rebaños en el campo, hasta antes del inicio del invierno. Los rebaños nunca eran dejados afuera para apacentar en los pastos durante los meses del invierno por el clima frío que imperaba. Fue en esos mismos campos en los que David apacentaba sus ovejas: “David iba y volvía de donde estaba Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén” (1º de Samuel 17:15).

El invierno iniciaba en el octavo mes del calendario judío. Este mes inicialmente se denominaba “Bul”, que significa “producción”, porque debido a sus lluvias, la tierra producía. Este mes corresponde a la segunda quincena de octubre y la primera de noviembre. Este mes también es llamado “jeshván”, que en lengua babilónica significa “octava luna”, pero su nombre completo es “mar-jeshván”, en donde la palabra “mar” significa “gota”, porque hace referencia a las primeras gotas de lluvia que caen en este mes.

Si tomamos en cuenta que los pastores pastoreaban hasta antes del inicio del invierno, que ocurría en el octavo mes hebreo, entonces Jesús pudo haber nacido en cualquier día del mes de octubre, debido a la probabilidad de su nacimiento después de la fiesta de los tabernáculos.

Jesús no pudo haber nacido el 25 de diciembre, como ha sido fijado popularmente, debido a que en la época de diciembre, la temperatura del clima puede llegar a bajar hasta -10 grados centígrados o aún más, hasta el punto de llegar a caer nieve en Jerusalén, que está ubicada en un lugar alto. El tiempo es tan crudo en invierno en Jerusalén, que no hay pasto, por lo tanto no hay ovejas y por ende no hay pastores que estén pastoreando. Adicionalmente, estar a la intemperie en esa época, sería insoportable.

Fueron estos pastores los primeros en saber acerca del nacimiento del Mesías, a través de un ángel que les dio las buenas nuevas. Ellos tuvieron temor ante tal manifestación, pero él ángel les dijo que no temieran, porque él era portador de buenas noticias. Les dijo que en la ciudad de David, que es Belén, había nacido el Mesías Salvador, un niño envuelto en pañales acostado en un pesebre (Lucas 2:9-12).

Otras manifestaciones angelicales se dieron en el cielo ante la mirada atónita de los pastores, quienes escucharon la manifestación angelical: “­Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de buena voluntad” (Lucas 2:13-14).

Al irse los ángeles, los pastores dispusieron ir a Belén para confirmar lo dicho por el ángel. Al llegar, hallaron a María, a José y al bebé en el pesebre, tal como dijo el ángel, por lo que la señal fue confirmaba. Ellos les contaron lo acontecido, lo cual fue escuchado por otras personas que estaban presentes, quienes se maravillaron. Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto (Lucas 2:15-20).

Desde el principio, las buenas nuevas fueron anunciadas a los pobres, a los desvalidos, a los que estaban olvidados: “Y respondiendo les dijo: --Id y haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son hechos limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncia el evangelio” (Lucas 7:22).

¿Cuál es su condición, querido lector? ¿Se siente usted indefenso ante los problemas que aquejan a nuestras sociedades? No tema, porque las buenas nuevas de salvación están siendo anunciadas, la oportunidad para vivir en paz a pesar de las circunstancias está abierta para todo aquel que quiera recibir a Jesucristo. Todos, ricos y pobres debemos unirnos para hacer como hicieron los pastores, glorificar y alabar a Dios, y contar a otros que Jesús es el camino hacia la paz y la redención: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).

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