UN SER ÚTIL

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Entonces dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y tenga dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado, y en toda la tierra, y sobre todo animal que se desplaza sobre la tierra." (Génesis 1:26).

Cuando Dios hizo al hombre, le dio la autoridad para dominar sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado y en toda la tierra. Este dominio implica realizar tareas para la organización de su entorno. El hombre fue diseñado para ser útil.

Dios ya había plantado un jardín hermoso, y allí puso al hombre para su deleite. Adán tenía como responsabilidad labrar y guardar ese jardín (Génesis 2:8,15).

¿Por qué Adán tenía que trabajar y de qué tenía que guardar el jardín? Es importante considerar que la persona en armonía con la naturaleza, a favor de su desarrollo y protección, haciendo uso pero no abuso, de acuerdo al deseo de Dios, genera bienestar para sí mismo. El Creador sostenía el Edén con su ilimitada fertilidad, sin necesidad de que el hombre trabajase o se preocupase, pero Adán no debía sentirse como un parásito inútil que se sirve de todo pero que no le sirve a nada ni a nadie, pues el valor del trabajo, de la ocupación, del cuidado por algo ajeno a nosotros mismos es inmenso. Dios ordenó al hombre cultivar el jardín, porque aquél que rehuye del trabajo, sin crear ni producir, deja de representar la imagen del Creador.

Pablo nos dejó una enseñanza acerca de la importancia del trabajo: “Aún estando con vosotros os amonestábamos así: que si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2ª a los Tesalonicenses 3:10). El trabajo y el alimento están muy ligados, porque quien no trabaja, seguramente perecerá de hambre, mendigará o dependerá de planes sociales.

Está escrito que el hombre debe trabajar: “Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra…” (Génesis 3:19). Pero el trabajo más que un deber, es un derecho. Algunos lo ven como obligación, por lo que sus faenas se tornan duras y angustiosas; otros lo consideran un derecho, provocando satisfacción al ser útil.

Cada día es de grandes desafíos para proveernos de lo necesario para subsistir, pero no se nos debe ir la vida trabajando, trabajando y trabajando, pero olvidando otros aspectos importantes. Todo hombre debe compartir con sus hijos, atender a su esposa, honrar a sus padres, servir a su comunidad, etc. Adicionalmente a esto, no debemos olvidar el trabajo más importante: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, que el Hijo del Hombre os dará; porque en éste, Dios el Padre ha puesto su sello” (Juan 6:27).

Esfuérzate siendo útil y disfruta del trabajo de tus manos, pero no lo conviertas en el todo de tu vida. No te olvides de esforzarte para vivir acorde con la voluntad de Dios. Tampoco olvides que tu familia no sólo necesita dinero, también te necesita a ti.

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